El carbón sin humo más famoso es el de fibra de coco, aunque existen otros bastante vendidos como el de madera de haya. Ambos respetan el sabor de las comidas y solo les da el toque ahumado que da el carbón sin generar residuos ni malos olores.

El carbón de fibra de coco es respetuoso con el medio ambiente, no solo por no generar humos ni residuos, sino porque se hace con los restos sobrantes que no se comen del coco, por lo que ahorra un montón de km2 de árboles talados y ayuda a reducir el efecto invernadero.

Es muy importante asegurarse de que las brasas estén bien apagadas, ya que ha ocurrido en muchos casos de abandonar una barbacoa supuestamente apagada y un golpe de viento avivar el fuego con terribles consecuencias.

Las brasas suelen tardar bastante en apagarse y cuando parecen que están apagadas siguen manteniendo bastante calor y encenderse en cualquier momento.

Lo más recomendable es comprobar bien que el fuego esté apagado. En caso de que la barbacoa tenga tapa, bastará con cerrarla y dejar que el fuego se ahogue y no haya peligro de que se encienda.

Si no tiene tapa, tienes que apartar el carbón y la leña que no hayamos usado y dejar que las brasas se enfríen.

Otra opción para mayor seguridad es echar arena o tierra encima de las brasas. Esta es la mejor idea porque con total seguridad habrás eliminado el oxígeno de las brasas con su consiguiente desaparición.

Carbón Vegetal:

Para producir carbón, se parte de madera seca que se calienta en un ambiente sin oxígeno en donde los componentes volátiles se queman y el resultado es un carbón que contiene alrededor de un 90% de carbono. Pero no todo el carbón es igual.

La calidad no sólo depende del lugar de origen del carbón, también de la madera utilizada para su producción. En algunos países se talan enormes masas forestales para producir carbón en ocasiones de baja calidad, por lo que es aconsejable prestar atención al etiquetado del saco y buscar el sello FSC para confirmar que el combustible procede de silvicultura sostenible.

Las briquetas de carbón a diferencia son una forma procesada de carbón. Se parte del polvo de carbón que se mezcla con aglutinantes aptos para el consumo humano y se comprimen para darles su forma característica. En otros casos se parte de carbón marrón (de origen mineral) molido al que con o sin aditivos se le somete al mismo proceso de compresión. El lignito tiene sin embargo un contenido en carbono menor y un poder calorífico inferior al carbón vegetal, te costará más encenderlo y huele un poco cuando se quema, además dependiendo de su origen puede contener restos de azufre. En este caso es importante que mires el etiquetado de la bolsa para saber lo te vas a encontrar dentro.

Briquetas de carbón de coco: 

Una alternativa relativamente nueva en el mercado y que está ganando cada vez más adeptos son las briquetas de carbón de coco. Están compuestas por los desechos de la industria de producción de leche de coco. Básicamente cáscara de coco y aceite de coco. La cáscara de coco tiene una densidad significativamente mayor que la madera utilizada para hacer carbón lo que confiere a las briquetas de coco un poder calorífico más alto. Esto significa mayor tiempo de combustión, en ocasiones el doble de las briquetas normales, menor cantidad de cenizas y residuos. Además al ser un producto procedente del reciclado no implica la tala de árboles y es una solución mucho más respetuosa con el medio ambiente.

 

 

No hay una respuesta clara a esta pregunta. Todo depende.

Si lo que quieres es asar a la parrilla únicamente unos filetes o chuletas rápidamente, la mejor elección pudiera ser el carbón.

Si lo que quieres es disfrutar de una comida larga, en la que se prepararán varios platos a la parrilla, entonces las briquetas tienen claramente la ventaja. Tardarás más en prepararla pero tendrás la tranquilidad de poder cocinar varias horas sin tener que preocuparte por las brasas.

No es necesario que te digamos que tanto las briquetas como el carbón vegetal deben ser almacenados en un lugar lo más seco posible.

La humedad afecta a su combustión. Las briquetas ligeramente húmedas se desmenuzarán en la mano, arderán mal y producirán mucho humo, mientras que el carbón vegetal producirá chasquidos con abundantes chispas.

Antes de nada, hay que diferenciar entre barbacoa y parrilla:

Una buena barbacoa debe de tener su correspondiente tapa, y todo lo que no lleve tapa es una parrilla.

La barbacoa nos da la opción de que según coloquemos las brasas, ésta se convierte en un horno de brasa cuando colocamos la tapa. En materia de seguridad, las barbacoas (las de tapa) son mucho más seguras que cualquier parrilla, ya que al disponer de tapa las brasas se apagaran solas, frente a una parrilla, en la que deberíamos apagarlas con gran cantidad de agua o arena, pues el fuego nunca se puede abandonar estando encendido.

La superficie donde se cocina la parrilla, puede variar en sus formas, diámetros y materiales, como el acero o el hierro.

Si nos decantamos por una parrilla de ladrillos fija, conviene que esté cerca de la casa para tener todo a mano. También hay que tener en cuenta el humo y ubicarla donde el viento no lo meta en casa, y contar con un punto de luz, para cocinar por las noches.

Tu barbacoa no es un lanzallamas. El carbón debe arder sin llamas, sólo durante el encendido pueden aparecer pequeñas llamas.

Si después de encenderlo sigue produciendo llamas relativamente altas es por la emisión de gases procedentes del carbón. Signo de un mal secado durante el proceso de fabricación.

Afortunadamente no tendrás esta situación con el Carbón de Cáscara de Coco Ivana ya que el carbón de cáscara de coco no genera llamas ni humo.

La ternera o el cordero deben dejarse para el final, pues es lo que más rápido se cocina. Cada tipo de carne tiene su truco, pero además debe cocinarse en el orden adecuado.

Primero se deben cocinar las piezas más pequeñas y grasas, que van a servirse de entrante, como chorizos, morcilla, pinchos morunas, panceta…, ya que necesitan un mayor tiempo de cocción.

A la vez que hacemos esto podemos aprovechar para asar las verduras, que tardan menos en hacerse, para que estén listas cuando se saque el plato principal.

El pollo también tarda en hacerse, por lo que debe ser el siguiente en la lista.

La ternera o el cordero deben dejarse para el final, pues se cocinan mucho más rápido. Cómo no, la carne debe estar siempre a temperatura ambiente, nunca se debe cocinar nada más salir de la nevera.

Cerdo

Todos los derivados del cerdo necesitan bastante tiempo para hacerse correctamente, unos 10 minutos por cada lado. Eso sí, para que tus pancetas o chorizos no se chamusquen por fuera y queden crudos por dentro y, dado que al hacerse en primer lugar las brasas estarán más potentes, es mejor que dejes la parrilla a una distancia de unos 10 centímetros de las brasas, para que no se hagan demasiado deprisa.

Pollo

Al igual que el cerdo, el pollo tarda bastante en hacerse. Mejor evita las pechugas, que a la barbacoa quedan insoportablemente secas, y apuesta por las alitas o los muslitos; si están marinados de algún modo, mejor que mejor. Necesitarás hacerlos 10 minutos por cada lado, así que déjalos para el segundo lugar, justo después de las piezas de cerdo.

Ternera y Buey

El chuletón, el entrecot o las hamburguesas (en barbacoas más humildes) serán el plato estrella de la barbacoa. Dado que este tipo de carne se hace rápido, pues suele gustar más cruda, podemos dejarla para el final. Su tiempo de cocción es de 2 a 5 minutos por cada lado, y la parrilla debe estar cerca de las brasas, para que la potencia sea alta: a unos 5 centímetros.

Cordero

Las chuletillas de cordero pueden ser el plato ganador de una barbacoa (sobre todo si la hacemos con sarmiento, aunque eso es otro nivel). Todo depende de gustos, pero si el fuego es potente basta con hacerlas 5 minutos por cada lado para que queden crujientes, a unos 5 centímetros de las brasas.

Verduras

Lo ideal es que preparemos las verduras al mismo tiempo que las primeras carnes, para que se puedan tomar junto al plato principal. Dependiendo del tipo de verdura, estarán listas entre 5 y 10 minutos. Lo importante es que las untemos con aceite antes de empezar a asarlas. Si no, quedarán secas, menos sabrosas y tardarán más en hacerse.